Bienvenidos a Centro Rosa Luxemburgo
DIAPASÓN - VICTORIA LARROSA
Diapasón es un libro hecho a ritmo y paso de tren. He es su paisaje:
un verso de Spinetta, una conclusión provisoria, a voz que oye,
un párrafo de Reik, un decir de Deleuze, una afecón, la ablación
de Nancy, un cacho de clínica en bruto, el sonar las sordinas, la
composición del silencio, y...
Sus fragmentos están hechos de la condensadon propia de la
poesía, son prosa poética. Operan por revelación no operan. En lo
infimo de la letra surge la epifanía, el sentido y la herida del sentido. Diapasón, en consecuencia con su nombre, aden ra la oreja que lee en la resonancia de lo inacabado y en la fuerza de su magnitud. Nos lleva hacia una sensibilidad en la que convien despojarse de la pretensión de abarcar. Está escrito de modo tal que para habitar sus páginas es necesario, indispensable, escuchar. Su estilo fuerza a sintonizar el oído en el vibrato de quien está diciendo. No constrife, llama. Invoca. Hasta ubicarnos, como Euterpe, en la escucha de la escucha.
Helga Fernández
DIAPASÓN - VICTORIA LARROSA
Diapasón es un libro hecho a ritmo y paso de tren. He es su paisaje:
un verso de Spinetta, una conclusión provisoria, a voz que oye,
un párrafo de Reik, un decir de Deleuze, una afecón, la ablación
de Nancy, un cacho de clínica en bruto, el sonar las sordinas, la
composición del silencio, y...
Sus fragmentos están hechos de la condensadon propia de la
poesía, son prosa poética. Operan por revelación no operan. En lo
infimo de la letra surge la epifanía, el sentido y la herida del sentido. Diapasón, en consecuencia con su nombre, aden ra la oreja que lee en la resonancia de lo inacabado y en la fuerza de su magnitud. Nos lleva hacia una sensibilidad en la que convien despojarse de la pretensión de abarcar. Está escrito de modo tal que para habitar sus páginas es necesario, indispensable, escuchar. Su estilo fuerza a sintonizar el oído en el vibrato de quien está diciendo. No constrife, llama. Invoca. Hasta ubicarnos, como Euterpe, en la escucha de la escucha.
Helga Fernández