Bienvenidos a Centro Rosa Luxemburgo
TODAS LAS NOCHES ESCRIBO ALGO
CARLOS CORREAS
A partir de su muerte, Carlos Correas fue revalidando y expandiendo una y otra vez sus lectores; los que lo conocían de La operación Masotta –a esta altura, libro de culto y clásico a la vez–, los que llegaron por “La narración de la historia”, el cuento prohibido por el que Correas fue condenado y dejó de publicar casi veinte años y, por último, los que leyeron Los jóvenes a partir del hallazgo de Mansalva, y que descubrieron a ese autor que podía escribir igual o mejor que Osvaldo Lamborghini, pero veinte años antes.
Todos por igual, sin embargo, esperaban este libro; porque Todas las noches escribo algo viene a facilitar el acceso a los textos dispersos de Correas, publicados acá y allá, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y que así reunidos dan prueba tanto de la belleza insular de su escritura como de los diversos y difíciles ámbitos en los que logra brillar sin esfuerzo. Arlt, Kafka, Borges, Sartre, Kant, Masotta, pero también Perón, Maradona o las películas y programas de televisión de la década del ´90 son motivos para que se despliegue y se tense la telaraña donde Correas es agente y rehén –o como Genet, claro– comediante y mártir.
Su lucidez, su estilo y su “recorrido” son únicos: Correas no se parece a nadie. Pero además el objeto de su escritura, aquello que insiste en estos escritos tal vez sea exactamente lo que la cultura argentina siempre pretende ignorar, lo que nunca termina de digerir. Por eso el trabajo de Jorge Quiroga y Federico Barea es invalorable, porque repone ese elemento clave y como nunca antes. Si la salida de un libro puede ser un acontecimiento, la publicación de Todas las noches escribo algo es mucho más que eso.
TODAS LAS NOCHES ESCRIBO ALGO
CARLOS CORREAS
A partir de su muerte, Carlos Correas fue revalidando y expandiendo una y otra vez sus lectores; los que lo conocían de La operación Masotta –a esta altura, libro de culto y clásico a la vez–, los que llegaron por “La narración de la historia”, el cuento prohibido por el que Correas fue condenado y dejó de publicar casi veinte años y, por último, los que leyeron Los jóvenes a partir del hallazgo de Mansalva, y que descubrieron a ese autor que podía escribir igual o mejor que Osvaldo Lamborghini, pero veinte años antes.
Todos por igual, sin embargo, esperaban este libro; porque Todas las noches escribo algo viene a facilitar el acceso a los textos dispersos de Correas, publicados acá y allá, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y que así reunidos dan prueba tanto de la belleza insular de su escritura como de los diversos y difíciles ámbitos en los que logra brillar sin esfuerzo. Arlt, Kafka, Borges, Sartre, Kant, Masotta, pero también Perón, Maradona o las películas y programas de televisión de la década del ´90 son motivos para que se despliegue y se tense la telaraña donde Correas es agente y rehén –o como Genet, claro– comediante y mártir.
Su lucidez, su estilo y su “recorrido” son únicos: Correas no se parece a nadie. Pero además el objeto de su escritura, aquello que insiste en estos escritos tal vez sea exactamente lo que la cultura argentina siempre pretende ignorar, lo que nunca termina de digerir. Por eso el trabajo de Jorge Quiroga y Federico Barea es invalorable, porque repone ese elemento clave y como nunca antes. Si la salida de un libro puede ser un acontecimiento, la publicación de Todas las noches escribo algo es mucho más que eso.