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    CONTRA LOS JUECES. EL DISCURSO ANARQUISTA EN SEDE JUDICIAL

    Anibal D'Auria


    Como muchas otras corrientes modernas de pensamiento social, el anarquismo es hijo de la Revolución Francesa y del socialismo romántico y doctrinario posterior, que pretendió tomar en serio los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Esos principios, aunque pomposamente proclamados en los documentos revolucionarios, quedaron plasmados sólo en tinta y papel, sin volverse palpables para grandes sectores de la población. Además, el avance cada vez más acelerado de las relaciones capitalistas abrió paso a la hegemonía de una nueva clase social, la burguesía, que desplazaba de la cima social a la antigua aristocracia feudal o cortesana. De este modo, los principios proclamados por la Revolución servían simplemente (como sirven aún hoy) para encubrir nuevas -y no tan nuevas- formas de opresión, desigualdad y explotación. El socialismo del siglo XIX en general, y en particular el anarquismo, puede ser visto como proyecto de llevar a realidad efectiva aquellos principios de la trilogía revolucionaria: libertad, igualdad, fraternidad. Para muchos, la tarea de la Gran Revolución -la emancipación efectiva de todos los hombres- aún no estaba terminada; apenas acababa de principiar.

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    Anibal D'Auria


    Como muchas otras corrientes modernas de pensamiento social, el anarquismo es hijo de la Revolución Francesa y del socialismo romántico y doctrinario posterior, que pretendió tomar en serio los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Esos principios, aunque pomposamente proclamados en los documentos revolucionarios, quedaron plasmados sólo en tinta y papel, sin volverse palpables para grandes sectores de la población. Además, el avance cada vez más acelerado de las relaciones capitalistas abrió paso a la hegemonía de una nueva clase social, la burguesía, que desplazaba de la cima social a la antigua aristocracia feudal o cortesana. De este modo, los principios proclamados por la Revolución servían simplemente (como sirven aún hoy) para encubrir nuevas -y no tan nuevas- formas de opresión, desigualdad y explotación. El socialismo del siglo XIX en general, y en particular el anarquismo, puede ser visto como proyecto de llevar a realidad efectiva aquellos principios de la trilogía revolucionaria: libertad, igualdad, fraternidad. Para muchos, la tarea de la Gran Revolución -la emancipación efectiva de todos los hombres- aún no estaba terminada; apenas acababa de principiar.

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