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UNA FORMA MÁS REAL QUE LA DEL MUNDO - JUAN JOSÉ SAER
La publicación, a principios de los años 90, casi en continuado, de El río sin orillas, Lo imborrable y La pesquisa y la reedición, a partir de entonces, de toda su obra –que ya sumaba una extensa decena de títulos– en una de las mayores editoriales de la Argentina promovió una inusitada presencia de Juan José Saer en los medios gráficos: anticipos de sus nuevos libros, anticipos de los viejos libros agotados o descatalogados, reseñas y entrevistas. Muchísimas entrevistas. El adorniano Saer, aquel que parecía haber hecho propia la figura de Witold Gombrowicz –“el escritor no es nada, nadie”– se somete, en Una forma más real que la del mundo, a las exigencias de la industria cultural.Los entrevistadores quieren saber. Y puestos a saber, quieren saber todo. Desde el argumento de Nadie nada nunca hasta si Saer “se considera un hombre feliz”. Sin embargo, toda la parafernalia de la intimidad del autor queda resguardada detrás de una potente figura que va siempre detrás de su obra. Y lo personal, lo íntimo, queda reducido a lo que los cronistas “ven” antes de que empiece la conversación. Si está descalzo. Si tiene puestas unas sandalias franciscanas. Si los zapatos parecen viejos. Si la camisa está entreabierta. Si tiene puesta la misma ropa que “ayer”. Si toma whisky. Si toma agua. Si fuma mucho. Si está en su casa, en París. O en la casa de unos amigos (en Buenos Aires, o en Colastiné). O en un bar. O en un hotel. O en un auto. Inmediatamente después de esa impresión de superficie, que es todo lo que Saer “deja ver” a sus interlocutores de ese otro que también es él, se pone a hablar.
Martín Prieto
UNA FORMA MÁS REAL QUE LA DEL MUNDO - JUAN JOSÉ SAER
La publicación, a principios de los años 90, casi en continuado, de El río sin orillas, Lo imborrable y La pesquisa y la reedición, a partir de entonces, de toda su obra –que ya sumaba una extensa decena de títulos– en una de las mayores editoriales de la Argentina promovió una inusitada presencia de Juan José Saer en los medios gráficos: anticipos de sus nuevos libros, anticipos de los viejos libros agotados o descatalogados, reseñas y entrevistas. Muchísimas entrevistas. El adorniano Saer, aquel que parecía haber hecho propia la figura de Witold Gombrowicz –“el escritor no es nada, nadie”– se somete, en Una forma más real que la del mundo, a las exigencias de la industria cultural.Los entrevistadores quieren saber. Y puestos a saber, quieren saber todo. Desde el argumento de Nadie nada nunca hasta si Saer “se considera un hombre feliz”. Sin embargo, toda la parafernalia de la intimidad del autor queda resguardada detrás de una potente figura que va siempre detrás de su obra. Y lo personal, lo íntimo, queda reducido a lo que los cronistas “ven” antes de que empiece la conversación. Si está descalzo. Si tiene puestas unas sandalias franciscanas. Si los zapatos parecen viejos. Si la camisa está entreabierta. Si tiene puesta la misma ropa que “ayer”. Si toma whisky. Si toma agua. Si fuma mucho. Si está en su casa, en París. O en la casa de unos amigos (en Buenos Aires, o en Colastiné). O en un bar. O en un hotel. O en un auto. Inmediatamente después de esa impresión de superficie, que es todo lo que Saer “deja ver” a sus interlocutores de ese otro que también es él, se pone a hablar.
Martín Prieto